Rojeces faciales: qué son, que tipos existen y cuáles son los mejores tratamientos
Las pieles sensibles, atópicas o reactivas suelen manifestarse mediante enrojecimientos y pequeños vasos sanguíneos sobre el rostro, que por lo general suelen ser pasajeros, pero en muchas ocasiones y si no reciben los cuidados específicos pueden derivar en enfermedades cutáneas con signos permanentes, como podrían ser la rosácea o la cuperosis.
Estos brotes cutáneos se deben a una irregularidad en el funcionamiento del sistema venoso facial y a la fragilidad excesiva de los capilares de la zona, y que, además, se pueden ver agravados por factores externos como el consumo de alimentos picantes o excesivamente calientes, la ingesta de bebidas alcohólicas, o la exposición a temperaturas extremas, tanto el frío como el calor.
Para prevenir dichas afecciones y poder eliminar cualquier tipo de rojez o signo de sensibilidad debemos incluir en nuestra rutina de belleza productos específicos para dicho tipo de piel, como cremas antirrojeces, geles limpiadores libres de fragancia e hipoalergénicos y aguas micelares. También, es una fantástica opción refrescar el rostro siempre que sea necesario con brumas de agua termal, ya que cuentan con propiedades medicinales capaces de mejorar la salud de las pieles más delicadas.
Los más frecuentes tipos de rojeces
Debemos tener en cuenta que existen varios tipos de rojeces y que cada una de ellas precisa de un cuidado diferente, ya que hay casos en que no bastará con productos cosméticos y cremas antirrojeces, sino que será necesario acudir a un dermatólogo y seguir un tratamiento más estricto y supervisado por profesionales.
Las alteraciones más comunes entre los usuarios son los rubores, la cuperosis, la eritrosis y la rosácea, y a continuación explicaremos brevemente cuáles son sus causas y las diferencias que existen entre ambas.
- Rojeces temporales o rubores. Este tipo de rojez es la más común entre la población. Se tratan de brotes temporales debido a la excesiva dilatación de los vasos sanguíneos, que aumentan su volumen, pero no llegan a romperse. Son rojeces temporales y pueden derivar de situaciones de estrés, una intolerancia alimenticia o a cambios bruscos de temperatura y climatologías extremas. Éstas pueden tratarse con tratamientos antirojeces cosméticos, y con el paso del tiempo y los correctos cuidados desaparecen completamente.
- Cuperosis. Esta afección afecta mayormente a las pieles claras, y podríamos decir que es un brote dérmico similar a una tela de araña de color rojizo. Con más frecuencia se deja ver en la zona de las mejillas, la barbilla y la nariz y aparece de manera gradual. Su causa, es hasta el momento desconocida pero varias investigaciones han determinado que sus principales constantes son la herencia genética, cambios hormonales, bebidas estimulantes y medicamentos con corticoides. Si tras el uso de cosméticos específicos para la cuperosis ésta sigue en aumento, debemos recurrir a un dermatólogo ya que podríamos encontrarnos ante el primer signo de la rosácea.
- Eritrosis. La eritrosis de caracteriza por la aparición de rojeces difusas y permanentes en zonas concretas de la cara, como la nariz o las mejillas. Este fenómeno, si no es cuidado adecuadamente, empeora con el tiempo derivando a una rosácea. Sus principales causas son los cambios de temperaturas, los alimentos picantes, el consumo de alcohol y la práctica de ciertos ejercicios físicos.
- Rosácea. Esta enfermedad dermatológica afecta únicamente a la piel del rostro y en especial en zonas como la nariz, la barbilla, la frente y las mejillas. Se trata de una irregularidad dérmica bastante notoria y en muchos casos no es asumida por el paciente debido a razones estéticas. Sus principales síntomas son un enrojecimiento persistente en el rostro, el hinchazón de los vasos sanguíneos y la descamación de las zonas afectadas. Es quizás la alteración más grave de la piel ya que puede convertirse en una enfermedad crónica con la que tendremos que lidiar toda la vida, por lo que ante sus primeros signos hay que acudir urgentemente a una consulta dermatológica y seguir un tratamiento médico.
Los mejores tratamientos a seguir
Existen varias formas de combatir las tan indeseadas rojeces faciales, desde la inclusión de ciertos alimentos en nuestra dieta, el uso diario de protección solar y una correcta rutina cosmética, con productos adaptados a pieles sensibles y/o reactivas.
- En cuanto a la alimentación, debemos incluir en nuestro día a día alimentos ricos en Vitamina C como la naranja, el kiwi o el brócoli, ya que esta vitamina fortalece el sistema inmunológico y crea una barrera antioxidante sobre las células de la piel. Y un factor muy importante es la ingesta de 2 litros de agua diarios, para evitar la deshidratación de la piel y mantenerla sana y saludable.
- La protección solar es el siguiente paso a tener en cuenta. Existen varios productos cosméticos que nos ofrecen protección total para el rostro, bien sea para el día a día o para la exposición directa al sol. Éstos se convertirán en aliados imprescindibles para prevenir la aparición de enfermedades dérmicas, ya que los rayos UV son los principales causantes estos trastornos cutáneos.
- Por último, deberemos prestar especial atención en los cuidados cosméticos diarios de nuestra cara.
- La limpieza es un factor muy importante y el producto más recomendado son las aguas micelares, dado su alto respeto con la piel y la pureza de sus componentes. Al proceder a su uso debemos evitar fricciones o arrastres, y retirar las impurezas mediante suaves movimientos.
- La crema antirrojeces se convertirá en un imprescindible en los tocadores de los usuarios con problemas de rojeces. Este tipo de cremas actúan sobre la piel hidratándola y calmando de manera considerable las alteraciones, favoreciendo a la mejora del tono de la piel. En la actualidad marcas como Clinique, La Roche Posay, Comfort Zone o Skeyndor cuentan con líneas especificas para el cuidado de estos brotes, garantizando resultados visibles y duraderos.
- Finalmente, a lo largo del día tendremos que seguir calmando la piel y aportándole hidratación y confort. La mejor opción para ello es la utilización de brumas refrescantes de agua termal, ya que su composición es 100% natural y están indicadas al cuidado de las pieles sensibles y atópicas. ¿Dónde podemos encontrarlas? Pues bien, firmas de parafarmacia como Avène o Eucerin las ponen al alcance de nuestras manos.
“Debemos tener presente que el uso de tratamientos antirrojeces debe ser constante y con productos con garantía de calidad. Si con el uso de estos cosméticos el estado de la piel no mejora deberemos acudir a un doctor especialista y seguir cuidados más estrictos y regulados.