Cómo conservar tu perfume

El error más común que suele cometerse es su ubicación. ¿Cuál es el sitio más habitual donde dejamos un perfume? Por proximidad y relación con nuestros hábitos de aseo, el lugar más común suele ser el baño.
El hecho de que sea el sitio más común (e incluso, lógico), no implica que sea el más indicado. En el cuarto de baño, un perfume está sometido a cambios de temperatura (en concreto, excesivo calor), cambios de humedad y, quizá, está expuesto a demasiada luz.

Lo ideal, a ser posible, sería conservarlos en su caja y en un lugar seco y no muy caluroso.

Los frascos demasiado grandes con mayor cantidad de producto tienen un mayor riesgo de estropearse antes en caso de no utilizarlos. Lo ideal es distribuirlo en un dosificador más pequeño, de manera que podamos ir consumiendo de este sin alterar las propiedades del resto del perfume.

En este sentido, el vaporizador de viaje Travalo es ideal, no sólo para graduar el perfume, sino para llevar una pequeña cantidad necesaria en el bolso sin que se vea afectada toda la fragancia, ya que el movimiento, por ejemplo en bolsos, también altera la composición de los perfumes.

Otro hábito poco saludable para la conservación de un perfume suele ser reservarlo para momentos especiales. Evidentemente que los perfumes pueden ser vistos como objetos muy especiales, tan importantes y necesarios para muchos como una prenda de vestir. Pero hay que tener en cuenta un factor importante a la hora de limitar en exceso su uso: su caducidad. Los perfumes también caducan, así que mejor no os acostumbréis a reservarlo sólo para momentos especiales o, en el momento de aplicároslo, se habrá alterado su composición y, por tanto, su aroma.