Exfoliar la piel del cuerpo y del rostro cada cierto tiempo es un paso muy importante en la rutina de cuidado,
además de uno de los que más pueden ayudar a que tu piel se vea sana y luminosa.
Con este simple gesto ayudamos a las células muertas a desprenderse y de estar forma, facilitar la renovación celular evitando que se queden en la epidermis, volviéndola opaca y sin vida.
En verano adquiere todavía una mayor importancia. Por una parte, ayudarás a eliminar los residuos que se quedan en la piel como del protector solar y, por otra parte, la piel se vuelve más fuerte y resistente a los rayos solares. ¿el resultado? Una piel bronceada más uniforme, luminosa y súper suave.
1. Aplícate el tipo de exfoliante que mejor te vaya para tu tipo de piel y mejor por la noche. Por ejemplo, para piel sensible, con acné…
2. La frecuencia de aplicación suele ser de 1 vez a la semana, sin embargo, si tienes la piel sensible lo mejor es cada 10 días aproximadamente
3. Exfóliate la piel bajo la ducha e insiste en las zonas más rugosas como rodillas y codos
4. Si te has quemado con el sol o tienes la piel un poco enrojecida ¡prohibido exfoliarse!
5. No uses el mismo exfoliante para el rostro y para el cuerpo, deben ser específicos
6. No olvides hidratar tu piel después de la exfoliación